miércoles, 7 de febrero de 2007

Haciendo migas con el enemigo

Marruecos tiene clara su política territorial a costa de la española. Ayer, 6 de febrero, diversos medios se hacían eco de la noticia, nada sorprendente por otra parte, de la venta, por parte del Ejecutivo español, a Marruecos de 10 patrulleras y camiones, como los usados en Afganistán, para "vigilar las costas".

Esta no es la primera vez que el Gobierno hace negocios de este calibre con Rabat, ya que el expresidente Aznar realizó ventas de este tipo en el pasado, pero sí es una concesión más a los intereses marroquíes que hacen quebrar más, si cabe, nuestros propios intereses que debieran ser fielmente protegidos desde Madrid.

Aunque en esta ocasión el material no responde específicamente a armamento importante, si tenemos en cuenta, por ejemplo, que los tanques de Ceuta ya fueron obsequiados a Marruecos en 2005 por el actual Gobierno, sí es remarcable el hecho de que España mantenga esta actitud lisonjera, aduladora y zalamera con aquellos que, en reiteradas ocasiones, han demostrado una actitud agresiva, incluso, en nuestro propio territorio.

Recuérdese que el Gobierno de Rabat, acaudillado por el rey Mohammed Al-Hassan, segundo vástago del fallecido Hassan II, quién se proclamó rey absolutista ejerciendo un poder despiadado, mantiene con bastante énfasis los ataques, de diferentes formas y tonos, a los intereses españoles.

Así, por ejemplo, cree Rodríguez Zapatero que, mediante una política exterior de bajo perfil donde abundan la merced y la donación de nuestros intereses doblegados a Rabat, obtendrá un trato de favor agradable de Marruecos. Tal vez, por medio de esta cautivadora política del Gobierno español, a Mohammed VI le dé por no intentar reclamar enérgica e incesantemente los exclaves españoles de Ceuta y Melilla, quizás con ello también consigamos que los pescadores españoles puedan faenar en aguas del Sahara Occidental, ahora terríblemente invadido por las fuerzas marroquíes, probablemente, también, consiga España que Rabat colabore en materia de inmigración clandestina, de esa misma que tanto gusta promocionar a la administración marroquí y, por último, seguramente sirvan, los grandes esfuerzos de nuestro querido y amado presidente del buen talante, para la lucha contra el narcotráfico que tan dulcemente pasa por territorio marroquí.

Lo que Rodríguez Zapatero quizás olvide es que España tiene una ventaja estratégica mayor frente a su siempre quisquilloso vecino rifeño, y es que nuestro Estado es país de entrada necesario, o así debiera serlo, para que la voz del rey Mohammed VI se escuche en la Unión Europea. Y es que no se debe dejar o permitir voto alguno en ninguna materia por ente propio en una organización en la que no tiene cabida. Si quiere algo, es deber del Ejecutivo español que lo sude bien sudado.

Todo lo demás es ratificar la construcción ilusoria de castillos en el aire como la bien sabida Alianza de Civilizaciones.

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