Mal avenido Windows Vista

El 30 de enero fue el momento escogido por Micro$oft para dar a luz a su nuevo sistema operativo Windows Vista. El sucesor de Windows eXPerience, no en vano, ha estado 7 años gestándose en la matriz de Redmond con vistas a ofrecernos, según palabras de la propia Micro$oft, un salto cualitativo grandioso.

Pero las evidencias mostradas por Windows Vista son otras muy bien distintas, corroboradas el día de su salida al mercado. El engranaje desarrollado para este nuevo sistema es modular, es decir, diferentes partes o secciones del programa escrito que harán más fácil la ardua tarea, hasta el momento, de actualización del software.

Básicamente los pilares que sustentan este nuevo Windows son su nueva y redecorada interfaz Aero, nada que no hayamos visto antes en OSX o KDE, por ejemplo. Si algo hacen bien en Redmond es copiar a lo grande. Pero como toda buena copia que se precie nada como el original. Y así, la interfaz gráfica, consume más recursos que pretensión de belleza desplegada en nuestro escritorio. Sencillamente será menester el contar con una aceleradora gráfica de, al menos, 128 megabytes (MB).

La otra novedad destacable, y la más importante para el conjunto de los viciosos gamers, es la inclusión en primicia y exclusiva de los Directx 10 necesarios para disfrutar de las nuevas capacidades de las exitosas y rentables tarjetas gráficas 3D.

Windows Vista corre especialmente fluido y nada abrumadoramente pesado para ser una nueva edición de esta vieja saga. Ahora mismo carece de soft significativo especialmente preparado para la plataforma, pero a medida que el parque de ordenadores personales vaya creciendo la cosa irá sustancialmente a mejor.

Como es bien sabido, Windows tiene que correr con dos handicaps importantes: el primero de ellos es dar soporte al 95% de su mercado y, el segundo, es la circunstancia de hacerlo retrocompatible a todo lo pasado.

No me cabe duda de que, pasado un tiempecito majo, se podrá disfrutar de este sistema con mayor soltura y compatibilidad de lo que nos obsequia ahora.