jueves, 8 de febrero de 2007

Una verdad verdadera

Una Verdad Incómoda es un documental que recoge las charlas o conferencias del ex vicepresidente Albert Arnold Gore, Jr. que ofrece a lo largo y ancho del Planeta. Pero no es otro vídeo más de publicidad gratuita y petulante ecologismo. No, es un regalo para todas las mentes obcecadas que se perpetúan en creer que la Tierra no adolece de ninguna enfermedad.

Y es precisamente eso lo que narra este genial film de la distribuidora Tri Pictures. El cambio climático amenaza, en primer lugar, a la Tierra misma y, en segundo lugar, a sus gentes y toda fauna que en ella habita. Para ello, el ex vicepresidente de la era Clinton corrobora estas siniestras afirmaciones con datos fehacientes aportados por la comunidad de científicos. Y estos apuntes para nada son mostrados de forma aburrida, soporífera, inapetente o adormecedora. Si algo sabe hacer Al Gore es transmitir mediante su elocuencia verbal el discurso necesario para calar entre las gentes y, lo que es más difícil, sin introducir en él cualquier atisbo de campaña electoralista en dicha denuncia.

Mediante un guión bien llevado por Davis Guggenheim, el ex vicepresidente introduce en el largometraje vida y vivencias personales para mostrar el cambio producido en él, con respecto al mundo del ecologismo, y su consagración a dicha causa de esta forma tan decidida.

El ex vicepresidente demócrata no deja pasar por alto una crítica constructiva hacia su propio país, los Estados Unidos de América y principal país contaminador, para mostrarles que el camino es liderar, como etapas anteriores, un proceso que comienza con la vuelta y ratificación del Protocolo de Kioto. Y es que si algo nos enseña Al Gore es, indudablemente, que la buena marcha de la economía estadounidense no ha de estar, necesariamente, reñida con el medio ambiente.

Y bajo los 96 minutos largos que dura este fantástico documental Albert Arnold Gore, Jr. nos deja una leve esperanza. El cambio es posible si todos nos concienciamos del problema real.

Una lástima que el Partido Republicano liderado por George W. Bush no tenga gente con la conciencia del ex vicepresidente demócrata entre su séquito. Otro gallo cantaría al planeta entero.

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